Le doy gracias a la vida

por haberme dado tanto,

por estar con ustedes

en este día cantando.

 

¡Eü non entendo o galego!

Pero poüco a poüco

aprendo.

 

que vos me vais dicindo

prestandovos atención

vou entendiendo.

 

Le doy gracias a la vida

por haberme dado tanto,

por estar con el abuelo

un año más a su lado.

 

Él a veces cuenta historias

de épocas pasadas,

que siguen en su memoria

muy aferradas.

 

Cuenta que una vez

sus dos hermanas marcharon,

de Villardesilva

hacia tierras lejanas.

 

Una se llamaba Argentina

la otra era Inés,

las dos marcharon de Villardesilva

para nunca más volver.

 

Se fueron a otro país

en busca de una nueva vida,

pero siempre en sus corazones

llevaron a su Villardesilva querida.

 

Cuando bajo a la Talea

voy a pescar y mientras pesco,

suelo mirar a las montañas

e imagino a mis abuelos ,

que ahí están sus almas

que entre esas montañas andarán.

 

Tal vez la abuela Inés

me este mirando y sonriente comentará:

¡Mira Juan a nuestra nieta

a donde esta en esa tierra,

que yo solía trabajar

desde que era pequeña!

 

El pecho se me llena de emoción

al cantarles esta canción,

es el fruto que yo siento

dentro de mi corazón.

 

Y solo me resta pedir

que Dios me deje vivir

para seguir viviendo aquí,

a la aldea de Villardesilva

a las fiestas del padre eterno.

 

Para estar con todos ustedes

en la tierra donde nacieron mis abuelos;

y cuando sea mayor vea cumplido

mi sueño de que vengan mis familias

esas que aún están lejos.

 

Este es el sueño de Carlos

hombre que quiere ser grande

y por dentro no deja de ser pequeños,

y por dentro no deja de ser pequeño

para tener ilusiones

y ser de si mismo, dueño.

 

           Villardesilva, 10-08-98