LUCIDEZ

 

Cuando tenía seis años

solo quería jugar,

pero al pasar de seis

ya empecé a trabajar.

 

Unas veces llevando agua

otras ir a coger leña,

madrugar e ir a la escuela

y juguetear con otras nenas.

 

Yo siempre me las armaba

y ganaba al escondite,

cambiaba el abrigo a Elena

y el zapato a Enrique.

 

Y así siempre engañaba

al pobre de Berinico,

después las cosas cambiaron

y empeoraron un poquito.

 

Pero aquello no fue nada

después llegó el finiquito,

se marchó mi aliada

y para colmo perdí mi hada.

 

Ahí comencé a luchar

trabajé más que un chinito,

y aprendía muy deprisa

no me gustaban los gritos.

 

Hoy tengo cuarenta años

y una vida enriquecida,

de alegrías y sin sabores

aquí a estas alturas

se nivelan los valores.

 

Cada día lo dedico

a aprender un poquito,

después también lo olvido

pero aprender es bonito.

 

Espero que Dios me ampare

en este nuevo capricho.

 

       Villardesilva, 25-09-88