La Agricultura Ecológica está basada en el respeto al entorno como método para producir alimentos sanos, de la máxima calidad y en cantidad suficiente. Utiliza como modelo a la misma Naturaleza, extrayendo de ella toda la información posible, aunada a conocimientos técnicos y científicos tradicionales y modernos.

          La Agricultura Ecológica intenta  obtener alimentos sanos para las personas y los animales por las vitaminas, minerales u otras sustancias que puedan contener y sanos en sí mismos, con mayor resistencia a sus propias enfermedades o parásitos, con la utilización  de técnicas y productos que:

·         Estén integrados o se puedan integrar en el agroecosistema, de forma que  produzcan el menor impacto ambiental posible.

·         Potencien la fertilidad y la regeneración natural del suelo, respetando las formas de vida y los microorganismos que lo componen.

·         No incorporen a los alimentos sustancias o residuos que resulten perjudiciales para la salud o mermen su capacidad alimenticia.

·         Respeten los ciclos naturales de los cultivos y faciliten a los animales unas condiciones de vida adecuadas y dignas.

        EL BALANCE ENERGÉTICO

En el planeta, de manera natural, se están produciendo continuamente transformaciones  energéticas por diversos mecanismos: reacciones químicas de todo tipo, viento, mareas, etc. o recibiéndola del exterior (con el sol), unas cantidades de energía que se gastan íntegramente en la actividad normal de personas, animales, plantas y en infinidad de procesos naturales. Cuando las mismas personas, con sus acciones y sus hábitos elevan este gasto , nuestra querida Tierra sufre de algún modo y en algún lugar una  agresión (generalmente en forma de residuos fósiles y químicos, pero también a más largo plazo con la desaparición de especies y ecosistemas completos, etc.) debido a que de alguna manera se ha de producir esa energía suplementaria y esa producción no es gratuita en ningún sentido.

Por lo que respecta a la agricultura: una mecanización excesiva, la utilización de fertilizantes y plaguicidas  químicos y unas técnicas de producción exhaustivas requieren de un gasto energético añadido que  pagaremos nosotros y nuestro entorno. 

La agricultura ecológica trataría de minimizar este gasto añadido.

EL PRECIO DE UN TOMATE

Por lo que respecta a las personas, un ejemplo: cuando compramos un humilde tomate, llamémosle “no ecológico”,  aunque aparentemente es más barato, globalmente pagaremos más por él debido al excedente energético que ha sido necesario emplear en su producción. Y también, como el gasto energético en ese tomate no ha sido el adecuado, su composición se verá alterada; en el mejor de los casos, sólo desde el punto de vista alimenticio.

Este tomate va a contener entre un 5% y un 30% de agua en exceso porque probablemente se utilizaron en su cultivo abonos nitrogenados. Bueno, supongamos que sólo un 15% de agua innecesaria; entonces, de cada 7  Kgs.  de tomates 1 Kg.  es de agua que pagaremos a precio de tomate. Y el resto, lo que no es agua, contendrá, por ejemplo, un 13 % menos de potasio, un 56 % menos de calcio, el 49 % menos de magnesio, el 290 % menos de hierro y un 12 % menos de  aminoácidos de lo normal. Luego siendo estrictos, necesitaríamos comprar  más cantidad de tomates para que nos aportaran  la proporción adecuada de estas sustancias.

En el peor de los casos, el tomate contiene  sustancias nocivas para nuestra salud procedentes de insecticidas, plaguicidas o herbicidas que se acumulan y se transforman en otras tal vez más peligrosas en nuestro organismo y en el ecosistema en general; en cuyo caso, el coste oculto es imposible  de calcular.   

 ALTERNATIVAS  A LA AGRICULTURA AGRESIVA EN TU PEQUEÑO HUERTO

Si tienes esa posibilidad y te gusta cultivar tus propios productos, aquí van unos pequeños consejos:

-                           Utilizar estiércol animal o compost, es decir, los residuos orgánicos que producimos todos los días (excepto plástico, vidrio, latas y tetra-bricks  vale casi todo) que se pueden almacenar junto a hojas, ramas de podas, hierbas, etc. Y recordar que cada tipo de suelo tiene unas necesidades, si no respetamos estas necesidades provocaremos desequilibrios que traerán enfermedades, malas hierbas, etc.

-                           Sembrar sólo lo que realmente vamos a consumir sobre todo de aquellos alimentos cuya conservación es complicada.

-                           Ir sustituyendo poco a poco las semillas de compra por las nuestras propias. Esto es muy importante,  porque así las sucesivas generaciones de productos se van transmitiendo una información genética  que los hace más resistentes a las plagas y enfermedades más comunes en tu zona.

-                           Rotar los cultivos, no sembrar lo mismo durante años en las mismas zonas del huerto de esta manera no provocaremos desequilibrios nutricionales en ellas.

-                           No utilizar insecticidas ni herbicidas de síntesis (que se incorporan al metabolismo de la planta); esto es pan para hoy y hambre para mañana. Es preferible comer alimentos menos vistosos u obtener menores cosechas que añadir a los alimentos y a la tierra sustancias extrañas o nocivas. Existen formas de luchar contra las plagas que no resultan agresivas para el pequeño ecosistema de tu huerto; infórmate, de verdad, existen métodos no agresivos para luchar contra insectos y parásitos tan eficaces como los plaguicidas químicos.

-                           Las hierbas en el huerto no siempre son malas, haz pruebas en pequeñas parcelas y observa las diferencias. A menos que nos invadan (que se hagan mayores que las propias plantas) podemos afirmar que, en general, no compiten por los nutrientes con la planta y conservan la humedad más tiempo. De todas formas, una invasión de malas hierbas suele ser indicativo de un suelo enfermo.

-                           Utiliza el agua racionalmente, un huerto con exceso de humedad es más proclive a desarrollar plagas. Riega siempre fuera de las horas centrales del día, mejor por la noche o cuando el sol se ha ido, eso impide la evaporación inmediata y evita enfermedades favorecidas por el calor y por un ambiente húmedo.