A partir de ahora los niños, y también los mayores, ya no escribirán cartas a los Reyes Magos ni a Papá Noel. A partir de ahora le escribirán al Tío Argalleiro. El tío Argalleiro, para quien no lo conozca, no es un personaje fantástico, ni fruto de leyendas; es real, existe y es tal cual. Aparece siempre cuando menos te lo esperas, no es necesario que sea navidad ni ninguna celebración similar, de estas que ahora sólo sirven para obligarnos a consumir. Viene para traer suerte, para traer luz y alegría si no la hay. Trae el mejor regalo que un niño o una persona puede pedir: la alegría. Y es gratis (aunque no dice nunca que no si le ofreces algo de comer, casi siempre tiene hambre). Tiene por costumbre aparecer en cualquier lugar donde haya un niño o una persona triste; llega con su sonrisa y te da otra para ti. Y esa sonrisa ya nunca te abandona, es para siempre porque es la sonrisa del tío Argalleiro. Lo que más le gusta es jugar con los niños y con sus juguetes (él en el fondo es un niño). Le da igual el juguete lo importante es jugar. Dicen los que ha visitado que se pone a jugar y se olvida de todo: se queda jugando incluso después de que los niños y la gente de la casa a quien ha ido a ver se van a dormir. El tío Argalleiro, en fin, es milagroso y cura enfermedades de todo tipo, sobre todo, aquellas que tienen que ver con el estado del alma. Porque reír, pero sobre todo, tener ganas de reír, es el mejor antídoto para cualquier enfermedad. |