Se conoce como oso de las cavernas u oso cavernario (Ursus spelaeus) a una especie de oso de gran tamaño que vivió durante el Pleistoceno tardío en buena parte de Europa, desde el sur de Inglaterra al Cáucaso. Los machos alcanzaban hasta los 3 m de altura en posición erguida y superaban con frecuencia los 440 kg de peso. Los osos cavernarios son fáciles de diferenciar de los osos pardos (con quienes convivieron durante casi toda su existencia) por su morro menos pronunciado y su frente abrupta y hundida. Los caninos, aunque bien desarrollados, no lo están tanto en comparación con sus poderosos molares, evidencia de una dieta fundamentalmente herbívora y con menor aporte cárnico que en la mayoría de los osos. Las extremidades delanteras son más largas y robustas que las traseras.
En mayo de 2005, un equipo de paleontólogos de California consiguió aislar parte del material genético de dos osos cavernarios.
Los osos de las cavernas evolucionaron a partir de la especie Ursus deningeri, hallada en muchos yacimientos del Pleistoceno Medio europeo, y de la que también derivan los osos pardos actuales. La especie apareció hace 250.000 años y se extinguió hace poco más de 10.000. Durante ese periodo de tiempo, su hábitat se restringió estrictamente a los bosques mixtos del continente europeo, evitando las llanuras herbáceas y las zonas de vegetación mediterránea. Con gustos tan exquisitos no es de extrañar que nunca fuese abundante en la fría, seca y deforestada Europa glacial. Las principales poblaciones se encontraban en el norte de España, Francia, sur de Inglaterra y Alemania, norte de Italia, los Balcanes, Crimea y el Cáucaso, zonas montañosas y protegidas de los vientos fríos del norte que servían de refugio a los últimos bosques del continente. Al reducirse estas áreas boscosas durante los máximos glaciales, las poblaciones de osos cavernarios quedaban frecuentemente aisladas y sujetas a la consanguineidad.
Como los osos pardos, los osos cavernarios eran animales solitarios. Despertaban en primavera del largo letargo invernal y pasaban el buen tiempo alimentándose, fundamentalmente de hierbas, frutos y hojas que machacaban con sus potentes molares. El acoplamiento debía producirse en verano, pues los hallazgos fósiles indican que los oseznos también nacían durante el invierno, como en las demás especies de osos actuales. A finales del otoño, los osos buscaban cuevas en las que pasar el invierno. Si el año había sido malo, no era raro que el oso muriera de hambre durante la hibernación al estar bajo de reservas. Es precisamente en el fondo de las cuevas donde se han encontrado la mayoría de los restos de osos cavernarios, razón por la que han recibido su nombre popular.
En la imagen un oso cavernario comparado con el ser humano
Relación con el hombre primitivo
De todos los homínidos que los conocieron, los neandertales parecen haber sido quienes tuvieron una relación más estrecha con los osos cavernarios. Y no sólo porque formara parte importante de la dieta de nuestros antepasados: en yacimientos como, por ejemplo, la cueva de Regordou (Departamento de la Dordoña, Francia), se han encontrado unas extrañas estructuras de piedra a modo de "sarcófagos" excavados en la pared, que albergaban en su interior uno o varios cráneos de osos de las cavernas convenientemente alineados. Los paleoantropólogos todavía discuten cuál podrían ser el significado de tales construcciones, y algunos han sugerido que se trataba de una posible muestra de culto de los neandertales a este animal.